5. OTROS ELEMENTOS DE CONSTRUCCION
Dada la sensación de distancia buscada, bastará con representar la silueta de las casas, sin necesidad de construirlas en volumen, prescindiendo de elementos detallados, que arruinarían el efecto que pretendemos conseguir.
Sobre una plancha de porexpán del grueso adecuado señalamos la silueta del pueblo, alternando casa altas, bajas, anchas, estrechas, torres, azoteas, cúpulas y tejados planos.
Dibujaremos 2 o 3 siluetas más con diferentes perfiles, teniendo cuidado de no solapar una silueta con otra. Tallamos puertas y ventanas con un soldador. Formaremos con las siluetas así obtenidas un solo conjunto, pegándolas una delante de otra, separadas por pequeñas tiras de porexpán. Recubrimos su superficie con escayola ligera. Una vez seca la escayola, pintaremos sobre ella con colores partos o grises oscuros. Ya solo restará colocar la vegetación con pequeñas porciones de musgo seco.
Para la construcción de los suelos de las calles, plazas e interiores de edificaciones, lo más apropiado es construir suelos que aparenten empedrados asimétricos, o enlosados con losas primitivas, de tamaños, formas y superficies irregulares.
Se construyen pegando mediante cola blanca, sobre una plancha de porexpán, pequeños cantos rodados o losas construidas exprofeso con arcilla.
Si el empedrado va a quedar situado lejos del espectador, podemos simular las piedras utilizando alubias o lentejas, pegadas al porexpán luego recubiertas con una capa ligera de escayola y pintadas convenientemente.
Lo más aconsejable es construir este tipo de suelos empleando el porexpán en modo similar a la imitación de superficies de las paredes de edificaciones: bien tallando con la cuchilla, la lija o el soldador, o bien fabricando pequeñas piezas de porexpán de la forma y tamaño de las piedras o losas deseadas, pegándolas sobre una base de porexpán y recubriéndolas posteriormente con una ligera capa de escayola, que pintaremos con los colores adecuados.
De la misma manera, podemos conseguir una perfecta imitación de un suelo de tierra apelmazada, recubriendo una plancha de porexpán de escayola espesa, aplicada con espátula o con las manos, de forma que quede una superficie muy irregular, con pronunciados pegotes. Una vez totalmente seca esta escayola, podemos humedecer su superficie mediante un pulverizador. Antes de que seque este agua, espolvoreamos ligeramente, escayola sobre la superficie húmeda.
Podemos construirlas de empleando telas y escayola , o porexpán y escayola.
Necesitamos telas viejas con alto porcentaje de algodón, como pueden ser camisetas, restos de sábanas, telas de saco, etc. Se utiliza el algodón porque es conveniente utilizar telas muy absorbentes.
Una vez planteado todo el belén, colocamos unos listones que sobresalen por la parte del horizonte a la altura que se desee y se clavan a la base del nacimiento. Posteriormente se clava tela metálica con ayuda de una grapadora a la parte superior de los listones y a su base. Como la tela metálica es muy moldeable, nos permite darle forma fácilmente.
Con todo esto ya preparado, se prepara una escayola más líquida de lo normal y se sumergen en ella los trapos preparados para tal fin, de uno en uno, de forma que la escayola los empape totalmente. Se extraen del recipiente, se exprimen un poco, y lo dejamos caer sobre la tela metálica cubriéndola toda perfectamente y sin dejar huecos que se vean desde la embocadura.
El proceso es el mismo que el visto hasta ahora, teniendo en cuenta que cuando trabajamos en una montaña de primer plano, ésta ha de resultar abrupta con todos sus detalles de vegetación, piedras, rocas etc.
Aplicamos varias capas con pincel sin preocuparnos de que quede bonito o perfecto, ya que lo que se pretende es conseguir muchos entrantes y salientes, huecos, que es lo propio de una roca.
Cuando la escayola comienza a estar muy dura, hacemos grumos con las manos y los vamos dejando caer con cierta desigualdad en forma de pegotes caprichosos, simulando las lógicas irregularidades de la roca, para que quede más natural.
Si utilizamos el porexpán, podremos pegar entre sí distintos trozos en diversas formas y tamaños que tallaremos en detalle con los picos, volúmenes y depresiones justas.
Posteriormente cubriremos la estructura con una gruesa capa de escayola consistente, aplicada mediante brocha, y posteriormente con las manos como antes.
Par construir el interior de una cueva rocosa, lo haremos como si estuviésemos construyendo una edificación. Prepararemos un cajón de porexpán con la forma y tamaño apropiados. Obtenido éste, iremos pegando sobre sus paredes interiores, trozos de porexpán de tamaño y grosor diferentes, hasta obtener de esta forma los entrantes y salientes deseados, que terminaremos recubriendo de escayola de igual manera que las montañas.
Se pretende conseguir un fondo del nacimiento formado por suaves lomas que cierren el horizonte. Bastará dibujar sobre una plancha de porexpán suficientemente gruesa, el perfil de las montañas ideadas, repitiendo la operación dos o tres veces con distintas elevaciones, biselando sus perfiles. Posteriormente se sitúan ligeramente inclinadas, una delante de la otra, procurando que las elevaciones de los distintos planos no se solapen.
No será necesario cubrirlas de escayola, sino que resultará suficiente pintarlas en colores suaves, en grises, celestes o malvas, tanto más pálidos cuanto más lejanas se encuentren del espectador, para intensificar así el efecto de la perspectiva.
Se pueden realizar utilizando agua real, vidrio impreso o un espejo.
Aunque parezca un contrasentido, el empleo del agua no es el mejor método para la imitación del efecto de un río en nuestro nacimiento, ya que solo se logra sensación visual de color azul o verdoso cuando se encuentra en grandes masas, lo cual no podemos lograr en nuestro belén.
Además al tener agua corriente es necesario evitar todo tipo de filtraciones y goteos, construyendo un lecho para el río hermético e impermeable, y con formas sinuosas, y con suficiente desnivel para que el agua fluya.
Es preferible ocultar a la vista del espectador el comienzo y el final del cauce tras algún elemento de construcción grande: una montaña, una edificación, un grupo de rocas, etc. Así se consigue el efecto de que contemplamos un pequeño tramo de un río de mayores dimensiones.
El lecho del río se cubre con un trozo de plástico grueso que no presente ningún tipo de perforación. A continuación se cubre con una capa gruesa de masa preparada con cemento arena y agua, intentando obtener un acabado muy rugoso con altos y bajos, entrantes y salientes, incrustando en el cemento pequeñas piedrecitas y cantos rodados en algunas zonas escogidas.
Para pintar el lecho utilizaremos una vez seco el cemento, pinturas plásticas en colores tierras, grises y tonalidades del verde,
En la "desembocadura" de nuestro río, haremos un estrechamiento que canalizará el agua a través de un embudo a un recipiente. Desde él, podemos utilizar una pequeña bomba de las utilizadas en los acuarios para hacer recircular el agua hasta la zona del nacimiento con un circuito cerrado.
Permite conseguir un magnífico resultado en la imitación de la superficie del agua de un río o lago. Es preferible utilizar el llamado piel de cocodrilo (vidrio impreso nº 7) que tiene en su superficie pequeñas ondulaciones.
Se construye el lecho con porexpán, que cubriremos con escayola espesa pintándolo igual que lo indicado para el uso del cemento. Después se cubrirá con un trozo de vidrio labrado.
Podemos conseguir un efecto de gran realismo, construyendo en el fondo del lecho una roca que quede cortada por el vidrio. Terminando de construir, una vez colocado este, el resto de la roca, por encima de él.
Se utiliza cuando se trata de imitar el efecto de un lago situado en lejanía, formando las orillas con algunas sinuosidades utilizando arena o tierra.