8.1. LA ILUMINACIÓN


- Conocer la tensión del lugar donde se va a instalar el belén (125v o 220v)
- Saber la potencia que necesitamos de cada lampara.
- Al colocar las bombillas hay que tener presentes dos cosas:
- Evitar que las lámparas y cables entren en contacto con el agua y la humedad.
- El calor que desprenden las bombillas, evitando colocarlas cerca del porexpán o material inflamable.
- Tener presente la colocación de los elementos de construcción que ponemos cerca.

Se van a analizar cuatro fases fundamentales que se suceden en la luz de una jornada:

- Luz del amanecer.
- Luz del pleno día.
- Luz del atardecer.
- Luz de la noche.

Se montará un circuito para cada una de estas fases de la iluminación, que podremos apagar o encender a voluntad, mediante interruptores individuales, accionados manualmente o de manera automática, regidos por un temporizador.

Bajo esta iluminación, deberán quedar perfectamente iluminadas con luz blanca, todas las zonas del nacimiento situadas al aire libre, procurando que no produzcan sobre el suelo, celaje o sobre alguno de los elementos de construcción sombras ilógicas.

La luz más correcta será la que llegue desde el techo del nacimiento, aunque en determinadas zonas podremos reforzarla con alguna lámpara camuflada tras una edificación o monta–a. Podemos aprovechar el armazón de nuestro belén para cruzar varios alambres que sirven para la sustentación de las lámparas a colocar en el techo.

Puede resultar interesante colocar próxima a la parte superior de la embocadura, una lámpara no muy potente en tonalidades amarillas, que contribuirá a matizar y dar un ambiente más cálido a la tonalidad del primer plano.

No es recomendable una iluminación nocturna excesivamente pobre, que nos pueda impedir una perfecta y cómoda visión del paisaje construido.

Conseguiremos el efecto de noche de "luna clara", mediante su iluminación con un número adecuado de lamparas azules mate, de potencia intermedia, situadas en la parte alta del nacimiento.

Podemos combinar estas lámparas azules con otras que ofrezcan colores de tonalidades frías (violetas, verdes), con el fin de evitar una excesiva monotonía de la iluminación.

Para iluminar los interiores vistos, situados en primer plano, utilizaremos lámparas 10 ó 15 vatios, instaladas en lugares ocultos al espectador. Se puede iluminar el interior de alguna de las edificaciones construidas en segundo plano (nunca las de lejanía), con lámparas de muy peque–a potencia tipo diodos LED.

Intentaremos conseguir para esta fase, una tonalidad e iluminación entre anaranjada y rojiza propia del crepúsculo. Se instalarán en el techo lámparas de color amarillo, intercalando alguna roja.

El interior de las edificaciones puede iluminarse igual que en la fase de noche.

La iluminación tiene que conseguir tonos azules-verdosos.

Se situarán en el techo lámparas verdes, combinadas con alguna azul. Se puede apoyar esta iluminación, colocando una lámpara blanca de poca potencia, próxima a la parte superior de la embocadura, que simulará el efecto de un sol que insinúa su salida.

En todas las iluminaciones, menos en esta última del amanecer, puede instalarse en el fondo del nacimiento, próximo al celaje, y situada por debajo de la línea de horizonte, una batería de lámparas del color adecuada. Estas lámparas, al iluminar de manera uniforme la tela del celaje, nos darán una mayor sensación de profundidad.


INDICE